La tía Cata tiene un don, una especie de poder que hace que uno, así como así, de la noche a la mañana se sienta feliz. Ella es especialista en carcajadas, y les juro que las contagia.
Es que Cata cree en la magia, en el poder de los sueños, en los buenos deseos y hasta en las hadas. Suele dejar la ventana de su cuarto abierta a la espera de que ellas la visiten cuando quieran.
También conversa con las plantas de su jardín (porque dice que así crecen más fuertes y hermosas) y todos tenemos prohibido cortar alguna flor o yuyo por más simple y miserable que parezca. Ella dice que la tierra no pertenece a los hombres, sino que los hombres pertenecen a la tierra.
La tía Cata baila debajo de la lluvia, porque cree que así su alma se limpia y se carga de buenas energías. Y créanme que es cierto, ¡siempre anda con una sonrisa!
Su casa huele a incienso, a miel y a hojas de eucaliptus que recoge en la plaza de la esquina.
Tiene su propio huerto y solo come lo que siembra, también amasa unos pancitos llenos de semillas que la verdad, ¡me encantan!
Suele sentarse por las mañanas, bien temprano con los ojos cerrados de cara al sol, así se llena de energía, ella dice que medita. No sé muy bien como lo hace pero parece ausente por un largo rato.
Camina descalza por el césped, se mueve suavemente entre las flores y mariposas, la divierte que el viento despeine su pelo ensortijado.
Muchos dicen que es excéntrica y misteriosa, yo creo que es especialmente mágica.
Claudia Rodriguez♥
Disparates de papel 