«Alma de golondrina»

Imagen

 

 

 

Sin lugar a dudas, muchas personas van y vienen por el mundo en busca, como dicen por ahí de nuevos horizontes, pero jamás pensé que ese sería el caso de mi hermano mayor, Mariano, que de la noche a la mañana se convirtió en un emigrante. 

Todavía me cuesta entender por qué. Muchos le echan la culpa al dólar, a la inseguridad, a la falta de trabajo, a la inflación y no se a cuantas otras cosas más. Ah sí, me olvidaba,  también hablan de crisis, pero yo lo único que sé es que crisis hay en mi casa desde que mi hermano comunico la noticia.

Es que como dice el abuelo, Mariano tiene alma de golondrina, le cuesta quedarse quieto y mucho más le cuesta conformarse, y eso no está mal, siempre tiene nuevos desafíos por resolver, nuevos caminos por andar, y esta es la cuestión una vez más.

Mariano es mi hermano mayor y nos separa una diferencia que al principio pareció abismal de casi dieciocho años, y digo al principio, porque cuando mamá quedo embarazada de mi Mariano se agarro una rabieta terrible, dicen los que lo vieron por ese entonces que estaba tan celoso como un nene chiquito, que hacia berrinches y no podía entender como después de dieciocho años mis papas habían decidido tener otro hijo. Pero esto solo duro unos meses porque ni bien me conoció y me  sostuvo en sus brazos por primera vez no volvimos a separarnos jamás, nos convertimos en los mejores amigos del mundo. Es que mi hermano siempre estuvo ahí, como papá, me sostuvo al dar mis primeros pasos, insistió en ser el primero en darme de comer, arriesgando así su camisa preferida (porque se la vomite toda, lo vi en una filmación), me enseño a decir palabrotas, me llevo de pesca por primera vez, también me enseño a remar  y se sentó horas a explicarme sumas, restas y divisiones cuando la seño Carolina me bocho en la prueba de matemáticas, también me regalo su colección entera de autos y sé que no fue fácil desprenderse de ese tesoro tan preciado y cuidado celosamente por él durante años.

Mi hermano es ingeniero y no le va mal con eso, pero su espíritu aventurero lo tiene como un remolino embarullado buscando ese nuevo rumbo, que parece le promete un futuro mejor.

Pronto llegara el día de su partida, será por eso que hace días me duele la panza y siento que el corazón me late muy fuerte, será por eso que mamá llora a escondidas para que nadie la vea mientras prepara la fiesta de despedida. Sera por  eso que papá está nervioso y le recuerda una y mil veces que se comunique por Internet, webcam, teléfono o cualquier otro medio que nos permita saber de su día a día. De una sola cosa estoy seguro, ya nada volverá a ser igual.

 No entiendo lo que todos dicen que pasa en el país, pero sea lo que sea hace que mi hermano se aleje y eso no me gusta, siento como mil mariposas aleteando en mi pecho.

También se que a Mariano le cuesta despedirse de mí, será por eso que no quiere que lo acompañe al aeropuerto, porque dice que no puedo  faltar a la escuela, será por eso que guardo en su valija una foto mía y aquel amuleto, una especie de pulsera tejida que le hice con mis propias manos y le regale hace un tiempo. Sé que va a extrañar los mates con el abuelo, los asados de los domingos, las tostadas calentitas de mamá por las mañanas, mis corridas a la parada del colectivo para esperarlo todas las tardes a las seis cuando llega de su trabajo, los  gritos de sus amigos en la puerta de casa, las cenas en familia, los cantitos que coreamos juntos cuando juega boca.

Mariano carga en su mochila muchos sueños, ilusiones y esperanzas. La despedida no será fácil, no sé cuando volveremos a vernos, no sé como el estará tan lejos de casa, no sé como estaremos nosotros sin él, pero de algo estoy seguro, no hay distancia para el amor y siempre a pesar de todo y pase lo que pase, estaremos unidos por ese mágico hilo invisible.

Y si, como dice el abuelo Pedro, Mariano tiene alma de golondrina y quizás como ellas, en algún momento,  regrese a casa, retorne al nido.

 

Clota♥